Chiloé, la singular isla chilena de los palafitos, artesanía y naturaleza

Chiloé es una tierra de encanto y magia. Con sus 180 kilómetros de longitud, esta provincia en la Región de Los Lagos abarca una isla principal, la isla Grande de Chiloé y numerosas islas e islotes de menor tamaño.

Se trata de un místico archipiélago que esconde secretos, fantásticas leyendas, una deliciosa gastronomía y una mágica mitología que la posicionan como uno de los destinos preferidos del sur de Chile.

El nombre Chiloé viene de Chilhué, palabra que en mapudungun significa ‘lugar de chelles’.​ Los chelles son aves blancas de cabeza negra, muy frecuentes en las playas y lagunas de este archipiélago.

Chiloé es un mágico rincón donde la naturaleza, la gastronomía y la mitología se dan cita

Chiloé es conocida por sus pintorescos palafitos, coloridas construcciones levantadas sobre resistentes palos de madera para evitar que las altas mareas alcancen las casas. Mi primera imagen sobre este desconocido lugar, fue nada más aterrizar en Santiago, donde me cautivó un cartel publicitario con este característico paisaje. Y me sonreí a mí misma diciéndome pues allá habrá que ir.

¿Cómo llegar a Chiloé?

A Chiloé se puede llegar por tierra, mar y aire, ya que su capital, Catro, posee un pequeño aeropuerto. Si vienes de la capital lo recomendable, por tiempo y por dinero, es aterrizar en Puerto Mont que el billete suele ser más económico al ser una ciudad portuaria con muchas conexiones. De allí, hay buses que van hasta Castro (unos 10 mil pesos y tarda unas 4 horas) y demás pueblos de la isla. Este trayecto es algo caro y lento debido al transbordador, un ferry que conecta el continente con la isla.

Actualmente se está trabajando en la construcción de un puente, hecho que enfrenta varias opiniones, pero hasta el momento el transbordador es obligado para todos los que deseen pasar por tierra a la gran isla.  

¿Qué ver en Chiloé en 4 días?

Cuatro días son quizás pocos para explorar la inmensidad de este rincón pero sí que son suficientes para disfrutar de la esencia de sus paisajes, gastronomía y hacer algún que otro trecking por su majestuosa naturaleza.
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Palafitos de Castro

Sin duda, lo más pintoresco de la capital son sus palafitos. Hay un par de miradores para verlos y sacar fotografías en dos de sus conjuntos: los del barrio Gamboa y los de Pedro Montt que como ya mencioné en El viaje de mi vida es como se suele llamar a las costaneras (paseos marítimos) de este país.

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Además, en el centro neurálgico de Castro, la Plaza de Armas, se encuentra la iglesia San Francisco que es Patrimonio de la Humanidad. De hecho, dieciséis de las iglesias de Chiloé son declaradas Patrimonio de la Humanidad, existiendo incluso una ruta para visitarlas.
En la costanera, además, puedes visitar el puerto y la feria artesanal de calle Lillo donde puedes encontrar productos artesanales y souvenirs.

Aún así, si quieres explorar algo menos turístico te recomiendo dar un paseo por el Mercado Municipal, donde podrás impregnarte de la cotidianidad e idiosincrasia chilota.

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Por último, es importante pasar por el terminal municipal para cachar los horarios y compañías que hacen las diferentes rutas por la isla y planifiques tus excursiones de los siguientes días. 

Cocinerías y artesanía en Dalcahue

Si algo he aprendido en esta isla es que el sufijo hue significa lugar en mapuche, y así es como llegué al lugar de las dalcas o canoas: Dalcahue. Un pueblo situado a unos 30 minutos al norte de Castro con una perspectiva similar, siendo hoy día un importante centro artesanal y de intercambio entre comunidades rurales, islas cercanas y la ribera del canal.

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Me pareció muy divertida su feria artesanal donde encuentras una completa oferta de souvenirs, incluyendo artículos de su famosa lana chilota como gorros, ponchos y calcetines. Necesarios para combatir el frío y humedad nocturna. Además, tienes productos artesanales y tradicionales como mermeladas homemade de frutos silvestres típicos de la zona y licores. Si eres tan fan de los mercadillos como yo, sin duda te va a encantar, ya que el espacio está acompañado con música regional y se convierte en un espectáculo de colores y estímulos que hipnotiza.

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Además, en cuestión de gastronomía, Dalcahue es una apuesta fuerte gracias a sus Cocinerías. Se trata de varios puestos aglutinados en un hermoso palafito a orillas del canal Dalcahue, y al lado de la feria artesanal. Allí los diferentes locales preparan platos típicos en un ambiente entrañable y familiar. Los más populares son el curanto, el salmón, merluza, congrío, empanadas de manzana, milcao y calzones rotos.
En los alrededores también puedes comprar ceviche de gambas o de salmón por dos mil pesos y comerlo sentado mirando el mar, lo que tampoco es mal plan.

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Parque Nacional de Chiloé

Uno de los grandes tesoros de la Gran Isla de Chiloé es su parque nacional. Situado en el costado occidental, se trata de una prolongación de la desmembrada cordillera de la Costa. Es uno de los espacios más ricos en patrimonio cultural, donde se enfatiza lo histórico, etnográfico y arqueológico.
El parque tiene varias zonas de interés como el lago Cucao y las dunas litorales que tienen varios kilómetros de extensión (doy fé), la desembocadura del río Abtao y sus alrededores, la isla Metalqui y su colonia de lobos marinos y el sector Cole-Cole.

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Precio de la entrada

Como la gran mayoría de parques nacionales, no es gratis. De hecho, si eres extranjero pagas casi el doble que un nacional. Y nada, no vale imitar el acento aunque sí es verdad que si vais con viajeros nacionales tratad de que sea uno el que se acerque a comprar todos los pases como nacionales. Esto ocurre al parecer también con los billetes de barcazas (ferrys larga distancia), así que si vas con un presupuesto muy ajustado no descartes esta última opción.
Los precios lo puedes consultar en la web de CONAF aunque si no recuerdo mal, la tarifa para el adulto chileno es de 4000 pesos (4,20 €) y 8000 pesos el adulto extranjero (unos 8,5 €). 

Rutas y senderos

Existen muchas rutas interesantes en el parque. De hecho, inicialmente íbamos a Cucao (pueblo) con la intención de caminar al famoso Muelle de las Almas, pero visto que no tenía mayor atractivo que lo que habíamos visto en fotos, optamos por hacer el sendero más ambicioso del parque (y el más barato porque aquí no nos hizo falta pagar la entrada al parque): chanquín-cole cole.

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Otras rutas interesantes:
Sendero Tepual: 1,8 km. Unos 50 minutos de duración.
Sendero Lahuén: 1,2 km. Unos 40 minutos de duración.
Sendero Chaquín-Rancho Grande: 14 km. Unas 6 horas de duración.
Sendero Chanquín – Cole Cole: 20 km. Unas 7 horas de duración.

Puedes consultar los diferentes senderos en el mismo folleto del parque.

Playa Cucao y sendero Chanquín – Cole Cole

Decidimos realizar este sendero al ver los precios del parque. Íbamos con tres santiaguinos que ya habían estado antes y propusieron este sendero. Yo, en mi línea, ni había ojeado ni averiguado nada así que me lancé a andar guiada por los amigos chilenos.

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El día acompañó con un sol espectacular todo el tiempo, y la playa Cucao y las dunas nos acompañaron por más de dos horas en un paseo ameno y entretenido. En un momento del trayecto nos atravesó un río que cubría hasta el principio de la espalda debido a la marea alta. Así que las inconscientes de mi amiga y yo tuvimos que quitarnos los pantalones para no mojarlos, sostener las mochilas arriba y cruzar tratando de que la corriente no nos empujara, mojando todas nuestras cosas. Por cierto, un día estupendo para llevar una compresa con alas.
Una vez atravesamos, llegamos a otra playa igual de extensa y seguimos caminando con los zapatos en la mano y los pantalones en la otra mientras nos secaba el -bendito fuiste- sol de aquel día.

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Una vez terminó la playa, nos metimos por un sendero hacia el interior donde pronto llegamos a un descubierto donde una señora cobraba mil pesos para acceder al sendero de la playa Cole Cole. Los pagamos y aprovechamos para comprarle a otra señora qunas empanaditas de machas con queso por 500 pesos.

El sendero tenía bastante pendiente en los primeros 20 minutos y se me hizo algo duro, no sé si por el sol, por la recién estrenada regla o simplemente por desconocer el tipo de sendero e ignorar la dificultad del mismo.
Una vez habíamos subido a la parte más alta, las vistas eran espectaculares y lo que siguió era un caminito de cuento, entre ramas y piedrecitas cuidadosamente apartadas para dejarnos paso.

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El sendero tiene como dos o tres miradores donde se divisa el majestuoso Océano Pacífico golpeando la costa montañosa con infinitas tonalidades entre el verde y el azul.

Lo importante es el camino y no el destino

Llegamos a un mirador abierto donde se distinguía la famosa playa Cole Cole, que al parecer permite acampada. Nos sentamos frente al tesoro que habíamos perseguido durante unas 4 horas y nos quedamos contemplándolo en silencio. Hasta los que habían prometido que al llegar se bañarían se quedaron reflexivos a nuestro lado.

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La playa no era gran cosa, es decir, nada que llamara la atención después de tantas horas de paisaje costero. Sin embargo, el camino es una preciosidad. Además está llena de flores y plantas que nos dieron a probar y, oye, ni tan mal.

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El regreso, nos pilló la marea baja y no tuvimos que mojarnos el trasero al cruzar el río. La vuelta se empezó a hacer tediosa por tantos kilómetros de playa. Los lugareños, cumpliendo su ritual, bajaban a la playa con sus neoprenos para coger machas, así que aunque el paisaje era entrañable, estábamos exhaustos. Más de 7 horas caminando, con solo una empanada en el estómago, nos prometíamos arrasar con el primer local que viéramos.

Gastronomía

En Chiloé, la gastronomía gira en torno a los productos del mar y las papas, ya que en la isla tienen más de 300 variedades de papas nativas. Además de los mariscos, abundan la carne de cerdo, vaca o pollo acompañado de papas en cualquier guiso, cazuela o estofado.

Milcaos

Los milcaos son una guarrería exquisita, un poco pesada para los estómagos más delicados. Se hace sobre una base de papas ralladas, que son previamente estrujadas. A esa masa se le añade sal y mantequilla y se le agrega chicharrones, aunque en El Fogón de Nercón, lugar que recomiendo encarecidamente los puedes encontrar de queso, que son más ligeritos.

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Mariscos

Además de ser muy abundantes los mariscos en esta zona, como es de esperar, son base de la gastronomía chilota. Machas, tacas, picorocos, caracoles, cholgas, culenes, navajuelas, pancoras y un sinfín de productos del mar que se cocinan de diferentes maneras, aunque una de las más conocidas sea la empanada de mariscos. Aun así he de decir, que tiene un sabor bastante fuerte a mar, y es algo pesada.
Sin embargo, estos se comen en el curanto, en cazuelas y en distintas preparaciones que no tuve oportunidad de probar pero que tratándose de los amigos de la sirenita, seguro que todas me hubieran encantado.

Empanada de Machas

Las machas son un tipo de molusco, parecido a las almejas, que vive enterrado en playas de arena con gran oleaje. Es típico de la costa occidental de países como Chile y Perú, pero debido al abuso en su recolección, estas poblaciones se han ido reduciendo y cada vez es más difícil encontrarlas.
Normalmente se preparan con queso, por ello las empanaditas de machas con queso son una delicia que muchos santiaguinos vienen buscando al llegar a Chiloé, y no me extraña.

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Curanto

Este es el espectáculo de la gastronomía isleña, una especie de asado en su versión chilota. Y es que el curanto es todo un despliegue de imaginación a la hora de cocinar. Para empezar, se debe cavar un hoyo en la tierra dentro del que se los alimentos.
Entre los alimentos más populares a cocinar de esta forma son los mariscos, carnes, embutidos, papas y milcaos. Y hasta que eso se cocina, unas dos horas, pues nos vamos cocinando el resto con unas chelitas.

Mitología y leyendas

Efectivamente Chiloé es una tierra mágica que rebosa millones de historias sobre criaturas mitológicas y leyendas que tratan de responder a cuestiones como la abundancia, escasez o simplemente saciar una sed de historias fantásticas. E independientemente de si crees en ellas o no, merece la pena sentarse a escucharlas. He aquí algunas de ellas.

El Caleuche

Hay varias teorías e historias sobre esta leyenda, la que yo escuché cuenta que se trata de un barco fantasma
tripulado por brujos que navega por el Pacífico y que aparece en las noches de nebllina cerca a las playas de la isla. Dicen que este barco se dedica al contrabando abasteciendo a comerciantes, por eso, cuando en la zona hay algún comerciante que se enriquece rápidamente se dice que ha hecho un pacto con el Caleuche.

La Pincoya

Cuenta la leyenda que en las profundidades del mar vive esta sirena mitológica joven y hermosa cuya misión es proteger el mar y salvar a los naúfragos. Tiene, como todo sus diferentes versiones pero la común es que con su baile define si la pesca será abundante o escasa en los próximos meses.
También he oído que entre sus quehaceres está la de fecundar a los peces, por lo que la prospéridad o escasez depende de esta singular criatura.

El trauco

El trauco es una criatura misteriosa de unos 80 cm con rostro varonil y feo pero con un atractivo especial y dulce que atre a las mujeres. Dicen que tiene una increíble fuerza y que se oculta en el bosque, colgado de una rama según cuentan los que creen haberlo visto, esperando a sus víctimas.
Su modus operandi según cuenta la leyenda es golpear el olivillo de donde cuelga para asustar a la mujer y una vez la tiene a su lado le echa el aliento y ella cae en un profundo sueño de amor. La mujer al regresar no recuerda nada pero nueve meses después nace un bebé producto de este encuentro.

Esta historia al parecer ha sido usada en muchos casos para justificar embarazos sin explicación de las jóvenes de la isla. Un espíritu santo algo más moderno, vaya.

estadocivilviajera
Periodista, fotógrafa, viajera, imperfecta, humana, soñadora, incoherente, cabezona pero buena gente.

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